Antonio Roldán Martínez. Premio GSV 2005
ANTONIO ROLDÁN MARTÍNEZ
Premio Gonzalo Sánchez Vázquez 2005.
Lucena, 1941.
Vida Académica y Profesional
Nacido en LUCENA (Córdoba) el 1 de Diciembre de 1941, dentro de una familia dedicada a la Agricultura, de grandes inquietudes culturales, y con la economía ajustada propia de aquellos tiempos.
Estudió Enseñanza Primaria y Bachillerato en el Colegio «Nuestra Señora de Araceli» de su localidad de nacimiento, regido por los Hermanos Maristas. Durante toda su permanencia en el mismo fue alumno becario. Cuando estudiaba 5º de Bachillerato tuvo lugar el cierre inesperado del colegio, lo que comprometió su terminación de estudios medios, que pudo superar gracias a la buena voluntad de unos profesionales que improvisaron una academia para suplir la falta del colegio. En el examen de Reválida de 6º obtuvo la calificación de Matrícula de Honor, no pudiendo presentarse al Premio Extraordinario de Bachillerato, al que fue invitado desde Sevilla, por diversas circunstancias familiares.
A los trece años comenzó a impartir sus primeras clases particulares de Matemáticas, actividad que le duró, como apoyo económico, durante toda su vida estudiantil. Muchas de estas clases le sirvieron para ir profundizado en las Matemáticas y repasando conocimientos, porque en más de una ocasión tuvo que explicar en verano lo que acababa de aprobar en Junio. Una buena proporción de las clases las impartió gratuitamente.
Cursó los estudios de Maestro de Enseñaza Primaria totalmente por libre, simultaneado sus estudios con sustituciones de maestros y clases particulares. Obtuvo el título en 1959 en la Escuela Normal de Córdoba, con 18 años. Por su edad, no pudo presentarse a oposiciones de Maestro Nacional hasta 1961. En las mismas obtuvo el número 2 de la provincia de Córdoba, siendo destinado a la aldea de Zambra (Córdoba).
En sus tres primeros años profesionales, de 1960 a 1963, fue nombrado Maestro interino en su ciudad natal. En ese periodo ayudó a compañeros a aprobar oposiciones mientras él, por su poca edad no podía presentarse. Todos sus alumnos lograron plaza. También en esa época ayudó a algún maestro rural no titulado y a muchos amigos que tenían dificultades en sus estudios.
De 1963 a 1969 fue Maestro Nacional en la mencionada aldea de Zambra, junto a otros cuatro compañeros, formando un equipo muy unido y lleno de inquietudes. Ayudó a muchos chicos del pueblo a estudiar el Bachillerato y Magisterio. Dentro de un entorno rural, en el que algunos alumnos venían desde cortijos situados hasta a siete kilómetros, el equipo de docentes experimentó técnicas educativas de corresponsabilidad (jefaturas ejercidas por los alumnos: de limpieza, de disciplina, de relaciones públicas?) y nuevas técnicas de aprendizaje de lectura y escritura. Se creó un museo arqueológico escolar formado por los abundantes restos romanos de la zona, gestionado por los propios alumnos, y se obtuvo una Mención Honorífica por la gestión del comedor escolar, ya que se daba comida a 35 alumnos disponiendo sólo de 20 becas. La esposa de Antonio colaboró en la adaptación, decoración y gestión del comedor, así como en el seguimiento de los muchos problemas que estos niños y niñas tenían para poder asistir a la escuela.
En estos años, su gran afición por las Matemáticas le hizo plantearse el intentar estudiar la Licenciatura correspondiente por libre, única forma de lograrlo, dada la imposibilidad de hacerlo oficialmente. Para ello debía aprobar el Preuniversitario, cosa que hizo en 1963, mientras simultaneaba el estudio con su labor docente en la aldea.
Comenzó sus estudios de Matemáticas, siempre por libre, en 1965, año en que aprobó el curso llamado entonces Selectivo, en la Universidad de Granada, con la calificación de Notable en todas las asignaturas. Con muchas dificultades y simultaneando también con el Servicio Militar cumplido entre 1965 y 1966, fue aprobando asignaturas en las convocatorias de libres, no pudiendo asistir a las clases presenciales nada más que tres meses, obligado por la necesidad de cursar las prácticas en un Instituto de Granada, estando ya casado y con un hijo, y obligado a pedir un préstamo para costear su estancia en dicha ciudad. Obtuvo el título de Licenciado en Matemáticas en Junio de 1969. A pesar de sus particulares circunstancias, había empleado los cinco años mínimos requeridos.
Desde 1969 hasta 1971 fue profesor interino de Matemáticas en el Instituto «Marqués de Comares» de Lucena. En ese periodo nacieron sus hijos. En 1971 se presentó a las oposiciones a Agregados de Instituto que, como siempre en su vida, le supusieron un gran esfuerzo, debido al natural aislamiento en un pueblo, en tiempos que apenas había licenciados en Matemáticas fuera de las ciudades, lo que dificultaba la ayuda mutua y el intercambio de manuales o apuntes. Aprobó estas oposiciones con el número 1 (en ese tiempo las oposiciones tenían carácter nacional), por lo que pudo elegir el Instituto «Quevedo» de Madrid. En Septiembre de ese año de 1971 se trasladó a la capital, donde ha desarrollado el resto de su vida docente.
Desde su incorporación a este Centro y hasta 1978 fue Secretario del mismo, durante unos años, que debido a la última etapa del Régimen de Franco y primeros de la Transición, estuvieron llenos de problemas y contradicciones, además de la inseguridad ciudadana existente en el entorno del instituto. Como consecuencia de esta situación tuvo que salvar situaciones muy comprometidas, como por ejemplo negociar el solo, en ausencia del Director, con unas patrullas de policía que querían entrar a disolver por la fuerza una asamblea ilegal, o controlar a un gran número de alumnos que cercaron literalmente el aula del Director profiriendo insultos contra él. En esos años, todo el equipo directivo era visitante habitual de la Comisaría de San Blas.
En 1973 pasó de Agregado a Catedrático en su mismo Instituto, por haber obtenido el número 2 en la oposición correspondiente, logrando con ello poder elegir el mismo Centro en el que trabajaba. Siempre procuró, hasta el fin de su actividad docente, olvidarse de esa condición de catedrático, presentándose siempre como «profesor de instituto», salvo que tuviera que hacer frente a alguna descalificación de esa condición.
En 1978 fue nombrado Director del Instituto Quevedo, a su pesar, mediante orden directa de la Inspección, en una época en la que era muy difícil contradecir a los superiores. Ante un nombramiento inevitable, hecho a espaldas de sus compañeros, decidió delegar en el Claustro el nombramiento de los dos Jefes de Estudios con promesa previa de vinculación al resultado, por convencimiento democrático, a pesar de los problemas de coordinación que esto podía conllevarle.
Fue de los primeros directores que impulsó los Consejos Asesores, antes de que tuvieran carácter oficial. Autorizó las asambleas de alumnos, a pesar de que todavía se consideraban ilegales. Su defensa de las condiciones de seguridad de sus alumnos le llevó incluso a encabezar una manifestación no autorizada y a sufrir amenazas muy serias de formación de expediente disciplinario por parte de sus superiores, debido a un cierre del Centro acordado como protesta por la inseguridad. En todas estas acciones se apoyó en la opinión y autorización del Claustro de Profesores, que en esa época, como e todos los centros, se hallaba muy politizado y con muchos problemas entre el profesorado Numerario y No Numerario, por lo que su labor de dirección estuvo llena de dificultades y supuso un gran coste personal.
Cansado por las continuas contradicciones de su cargo en unos tiempos de mucha confrontación, después de 12 años como directivo, solicitó su cese en la Dirección en 1983. Detrás dejaba una de las mejores bibliotecas escolares de su entorno y un aula de Informática equipada con los primeros IBM PC que se usaron en la enseñanza. En su último año como director participó y apoyó totalmente el trabajo interdisciplinar sobre Quevedo que obtuvo el Premio Nacional «Giner de los Ríos», que recogió, a petición de sus compañeros, cuando ya no era director, de manos del Ministro José María Maravall y el entonces presidente de la entidad bancaria que concedía el premio, Francisco Fernández Ordóñez.
El Instituto que encontró en 1971, en el que en un solo mes se tuvieron que denunciar hasta veinte robos y asaltos a personal del centro, se había convertido, gracias al esfuerzo coordinado de muchos profesores entusiastas, en un Centro con fama de innovador y en el que se podía trabajar muy bien.
Liberado de las obligaciones de los dos cargos directivos consecutivos, se dedicó, en el resto de la década de los ochenta, a promover el uso de los ordenadores en la enseñanza, especializándose en las aplicaciones didácticas de las hojas de cálculo y en la programación. Colaboró en cursos y publicaciones con el Proyecto Atenea y posteriormente con el PNTIC, coordinó el Aula de Informática y ayudó a formar un grupo de profesores ilusionados por el uso didáctico de las nuevas tecnologías.
En 1988 obtuvo por concurso de traslados la plaza en el I.E.S. Salvador Dalí, centro en el que ha permanecido hasta su jubilación. Su primer curso en el centro coincidió con la convocatoria de premios a programas de ordenador efectuada por el CIDE y el PNTIC, logrando cuatro premios consecutivos por los programas SISTEMAT, APUNTES, PRIMER (en colaboración con su hijo Antonio Javier, que estudiaba computación) y COMBIMAQ, programas todos de aplicación de los ordenadores a la enseñanza de las Matemáticas. Toda su labor en este aspecto ha estado centrada en la Informática como instrumento, y no como fin, convirtiendo siempre la renovación tecnológica en reflexión metodológica, y promoviendo la espontaneidad de sus alumnos para llegar a los conocimientos mediante la experimentación.
En su permanencia en este centro coincidió con compañeros que compartían sus inquietudes, entre ellos Antonio Pérez por lo que siguió participando en diversos trabajos de experimentación e innovación, Grupos de trabajo y Seminarios del CPR de Ciudad Lineal realizados en el centro, Proyectos de Innovación de la CAM «Materiales audiovisuales, informáticos y manipulables para las Matemáticas en la ESO, premio de la CAM en el curso 2000-01, actividades del Año Mundial de las Matemáticas, …
Hasta el mismo momento de su jubilación continuó experimentando y diseñando materiales informáticos tanto para su aplicación el aula como para formación de l profesorado, entre ellos hay que destacar el Curso de Hoja de Cálculo diseñado para formación a distancia para el CNICE y que en la actualidad se está impartiendo en varias CC.AA. entre ellas Madrid
En el año 1989 se incorporó a la UNED como tutor de Matemáticas en los estudios de Psicología, en las asignaturas Psicología Matemática I y Psicología Matemática II. Esta última, al estar basada en Estadística Inferencial, constituía una barrera casi invencible para el alumnado que no había cursado Matemáticas en el Bachillerato. Durante ocho años desarrolló esta tutoría mostrando mucho interés por sus alumnos, a gran número de los cuales les salvó la continuación de sus estudios, ayudándoles a superar su bloqueo con la Estadística. Su éxito con los alumnos produjo tal cantidad de asistentes a sus explicaciones, que en los tres centros que recorrió se tuvieron que habilitar los salones de actos o las aulas polivalentes para poder acoger a los asistentes y a los turnos de resolución de dudas. Esta actividad tan intensa le produjo situaciones de agotamiento, por lo que, aconsejado por su familia, abandonó una tarea que había sido muy reconfortante para él.
En esta misma etapa publicó unos Cuadernos de Matemáticas para ESO. El hecho destacable es que lo escribió junto a sus hijos, que ya eran ambos profesores de Matemáticas. Fue una experiencia muy enriquecedora, pues se tuvo que unir la experiencia de una parte con el ímpetu y la creatividad de la juventud, además de un cuidado exquisito, por el parentesco tan cercano, en el reparto de tareas y coordinación del equipo.
Se jubiló en el año 2002, después de más de 40 años de enseñanza oficial y casi cincuenta desde su primera clase, sin haber dejado de participar en proyectos y estudios junto a sus compañeros de departamento hasta el momento de su jubilación. Actualmente sigue colaborando con el CNICE y algunos CAP en cursos presenciales y a distancia sobre el uso de la Hoja de Cálculo en la Enseñanza. En el último año ha diseñado un segundo Curso a Distancia de carácter más elemental en compañía de dos compañeros, siendo su hijo Juan Luis, uno de ellos.
El cariño a los alumnos, la dedicación de tiempo y esfuerzo en la enseñanza de las matemáticas, el entusiasmo de seguir innovando y experimentando con nuevos materiales y recursos le han acompañado hasta el mismo día de su jubilación y aún después.
Aunque poco amante de participar en reuniones, es miembro de la SMPM desde el mismo año de su fundación.
Actividades solidarias
Desde el principio de su actividad profesional ha querido siempre reservar una parte de su tiempo para ayuda a los demás. Ya en su etapa de estudiante ayudó a muchas personas a terminar sus estudios, de forma gratuita, y a veces aportando además alguna ayuda económica. Como maestro rural colaboró con el párroco y otros compañeros en una pequeña academia gratuita de la que salieron como bachilleres y maestros algunos chicos y chicas de la aldea que de otra forma estaban condenados a un trabajo agrícola precario. Coincidiendo con su etapa de profesor en el IB Quevedo ayudó a varios titulados en Bellas Artes a superar el Bachillerato, que en aquellas fechas se decidió por ley fuera obligatorio para ejercer la enseñanza, e incluso a compañeros que habían decidido iniciar nuevamente estudios universitarios de especialidades distintas de aquellas de las que eran profesores.
Durante los años ochenta colaboró intensamente con el Grupo de Parados de su barrio, iniciándolos en la Informática, y aportando para ello su propio ordenador Spectrum que trasportaba para cada clase. Se matriculó con ellos como alumno de Contabilidad para así conseguir un mayor acercamiento y cohesión del grupo. En años sucesivos otros profesionales del barrio siguieron su ejemplo, y actualmente aún se mantienen esas clases.
Con otros miembros de su familia participó en la formación del grupo Mundo Cero, dedicado a la ayuda al tercer mundo, especialmente en los aspectos de reflexión, sensibilización y acción solidaria. Este grupo, formado por personas de distintas generaciones, fue determinante en la concienciación de muchas personas de su entorno respecto a las desigualdades económicas mundiales. Como fruto de estas reflexiones, Antonio y su esposa se integraron en la O.N.G. Manos Unidas, voluntariado en el que participaron diez años, creando y manteniendo el archivo de Material Gráfico.
Actualmente pertenece como voluntario al Departamento de Formación de Entreculturas, O.N.G. que promueve las escuelas populares en Hispanoamérica. Su principal tarea es enseñar a los nuevos voluntarios los conocimientos informáticos mínimos para realizar su labor. Además participa como profesor en un grupo de Enseñanza de la Informática para adultos en su Parroquia, intentando completar la formación tecnológica a personas a las que les preocupa haber llegado tarde a las Nuevas Tecnologías.
Reflexiones finales propias
Al cabo de tantos años de enseñanza, aparte de mis fallos y defectos, que me los conozco muy bien, te podría destacar tres constantes positivas que creo han sido mi motor como profesor:
– Tesón: Yo he sido siempre corredor de fondo y trabajador a pie de obra. Nunca he sido persona de grandes declaraciones, sino de trabajo callado. Incluso más de un amigo me ha reprendido por mi poco afán de ?saber vender lo que hago?. Creo que no me he desanimado y he seguido luchando a lo largo de mi vida a pesar de los problemas y contradicciones que he sufrido para lograr algunos objetivos. En este sentido, creo que la Licenciatura en Matemáticas ha sido mi logro más representativo. Como te dije el otro día, yo no estaba predestinado por mi niñez a ser profesor de Matemáticas.
– Pasión por el conocimiento: Desde pequeño, que aprendí los números contando al derecho y al revés las numeraciones de los postes de teléfono en mis trayectos al cortijo (subido en un mulo y dirigido por mi padre), he tenido una gran curiosidad y pasión por el conocimiento. Salvo el teatro y el deporte, he participado en todas las actividades culturales: guitarra clásica, rondalla, orquesta de pulso y púa, poesía, literatura, clubes de conferencias, dibujo?Aún hoy conservo esta pasión, que lo mismo me lleva a estudiar el Prerrománico español que a discutir sobre Mecánica cuántica.
– Empatía con mis alumnos: Yo, siempre que he explicado algo, he estado más pendiente de lo que sentía mi alumnado que del rigor o belleza de la teoría explicada. Entre el teorema y el alumno, yo siempre he elegido a este último. He sido más comunicador que teórico. He pretendido adaptarme, y no sé si lo he conseguido, a la edad y circunstancias de mis alumnos. Aún hoy en día, que nadie me demanda clases de Matemáticas, sino de Informática, a veces mi labor consiste en estudiarme un tema que no domino para después comunicarlo a mis alumnos. Yo creo que es lo mejor que he hecho en mi vida: comunicar conocimientos.